Racismo fantástico III: El legado del odio

En las partes 1 y 2 he analizado qué es el racismo y cómo esta ideología ha influenciado la obra de J.R.R. Tolkien y ha establecido tropos inherentemente racistas fácilmente reconocibles que después se han perpetuado. Uno podría pensar que, en una época supuestamente más consciente del pasado colonialista de occidente y de las actitudes racistas en general, las narrativas de odio hacia las minorías se habrán extinguido, pero lo cierto es que nada hay más lejos de la realidad. Es cierto que actitudes abiertamente racistas, especialmente si son violentas, son denunciadas y condenadas por la mayoría. Pero aún mucha gente da verosimilitud a las formas «más sutiles» del racismo. Por ejemplo, piensa que hay algo de verdad biológica en la existencia de las razas, cree en el esencialismo biológico y/o la jerarquía cultural.

En ficción las cosas son muy diferentes. Primero, porque está en un plano diferente de la realidad. Los personajes, los pueblos, las naciones, las especies que aparecen en un mundo de fantasía no son reales. Segundo, porque toda narrativa tiene formas, tropos, clichés, patrones que se aceptan como parte del género y se repiten sin cuestionar el fondo. A la hora de crear, nos basamos en el trabajo de otra gente y si en esos trabajos hay cosas problemáticas es necesario, primero, darnos cuenta de ello para no repetirlas. Y tercero y, tal vez más importante, la calidad literaria es absolutamente irrelevante a la hora de juzgar estos problemas. No importa que la historia sea una obra maestra, que narrativamente funcione perfectamente, que toque temas profundos, que sea emocionante y su worldbuilding esté bien construido. Estos problemas están más allá de toda consideración literaria. Estamos hablando de la filosofía subyacente, del subtexto, algo mucho más intangible y, aun así, de vital importancia. La obra de Tolkien ejemplifica a la perfección este punto.

Es difícil tratar de analizar los problemas de la literatura fantástica actual en su conjunto, pues es un género muy diverso, pero trataré de analizar, en líneas generales, los problemas más frecuentes que siguen apareciendo.

De nuevo, empezaré por añadir un disclaimer más a los ya mencionados en la primera entrada:

4. El texto menciona las siguientes obras, de las cuales aquellas marcadas con asterisco tendrán además spoilers: Malaz, Memorias de Idhún, Saga de Geralt de Rivia*, Shingeki no Kyojin, Dungeons & Dragons, Canción de Hielo y Fuego (y Juego de Tronos), Crónica del Asesino de Reyes, Misión Imposible 2, Skyrim, Vampiro la Mascarada, Harry Potter*, Dune*, Avatar* (película), Nacidos de la Bruma*. Si alguien quiere evitar los spoilers o es especialmente sensible a cualquier crítica sobre alguna de estas obras, le recomiendo no seguir leyendo.

1)   Las razas aún existen

El legado de Tolkien nos ha dejado, por un lado, una serie de razas predefinidas que aparecen después en muchas otras obras: humanos, enanos, orcos, elfos, medianos etc. Pero también nos ha dejado una forma concreta de construirlas, basada en la propia filosofía racista. Las razas en los mundos de fantasía existen tal cual existían en las clasificaciones racistas históricas, como categorías cerradas que distinguen grupos de población por sus atributos biogenéticos, físicos y psicológicos; y eso es un problema en sí mismo. Existen obras, como Malaz1 o Memorias de Idhún2  que, al igual que en el Legendarium de Tolkien, hacen uso del poligenismo (que era la teoría racista pre-darwinismo de que las distintas razas fueron creadas por Dios de forma diferente) para justificar las diferencias ontológicas entre razas. Incluso obras que intentan tener un discurso anti-racista, como la saga de Geralt de Rivia3 o el manga de Shingeki no Kyojin4, caen en la trampa de hacer las razas reales dentro de su universo. Y al hacerlo, la narrativa se vuelve inherentemente racista, independientemente del mensaje que quiera ofrecer, ya que legitima el discurso de que la raza es una realidad biológica. La moraleja de la historia del racismo no es sólo que este está moralmente mal, sino que es falso en su base ideológica. Las razas no pueden existir, no son ninguna categoría taxonómica, son un invento racista que sólo ha servido para traer sufrimiento a innumerables personas a lo largo de los últimos siglos. Pero la forma de hacer worldbuilding desde la época de Tolkien las ha perpetuado.

Este problema no es exclusivo de la literatura, sino que también ocurre en juegos de rol. Carmen Bianca Bakker5 hace una crítica en su blog a cómo el sistema de juego de Dungeons & Dragons (5º ed.)añade gratuitamente habilidades según la raza como, por ejemplo, manejo del arco a los elfos. El sistema asume que todos los elfos sabrán disparar un arco, a pesar de no es una habilidad innata, sino que se debe aprender. ¿Acaso todos los elfos aprenden obligatoriamente a disparar el arco? Si el personaje posee alguna discapacidad en sus extremidades, o si simplemente no ha crecido con otros elfos ¿tiene sentido que sepa disparar un arco? De forma similar, algunas razas tienen bonus a características como «sabiduría» o «carisma». Imaginemos, un elfo del bosque que tiene, porque sí, un +1 a sabiduría que, según el manual, mide consciencia, intuición y perspicacia. Dichas características están más relacionadas con la experiencia que con pura habilidad innata. Se podría argumentar que las razas más longevas tengan más sabiduría. Pero, entonces, ¿por qué dar ese bonus a una raza y no, directamente, a personas con más experiencia en la vida? ¿Por qué ha de ser un elfo de veinte años necesariamente más sabio que un humano o un enano de veinte años? Las reglas del juego no ofrecen ninguna forma de balancear estas ventajas innatas, incluso si no tuviesen ningún sentido desde el punto del concepto del personaje. Un semielfo tímido seguirá teniendo un +2 en carisma, haciéndole más carismático, por alguna razón, que un enano tímido. Por comparar con el mundo real: si la altura fuese un atributo, un alemán tendría un +2 innato en comparación con un español, ya que la media de altura es superior. Pero esta ventaja no tendría ningún sentido para un personaje que sea un alemán bajito.

Sin embargo, esto no más problemático de este manual, ya que existen los alineamientos morales según la raza:

Los elfos aman la libertad, la variedad y la autoexpresión, así que se inclinan fuertemente hacia los aspectos más gentiles del caos. Valoran y protegen la libertad de los demás al igual que la suya propia, y son más a menudo de alineamiento bueno que de cualquier otro. Los drow son la excepción; su exilio en el inframundo los ha hecho viciosos y peligrosos. Los drow son regularmente más malvados que otra cosa.

«“Queremos hacer elfos que sean malvados, ¿cómo lo conseguimos?

“¡Hagamos que sean negros!”»[*]

Ya hablé en el capítulo anterior de cómo Tolkien aplicaba la psicología de la raza a su propio worldbuilding, y es un hábito que no ha desaparecido. Cultura no es personalidad; no existe la personalidad racial. El alineamiento moral es, en su base, un conjunto de rasgos de personalidad y comportamientos, que serán diferentes de individuo a individuo independientemente de su raza. El manual de D&D es un ejemplo de cómo aún hoy en día se continúan mezclando atributos físicos y psicológicos en las razas fantásticas según los principios de la filosofía racista.

Las caracterizaciones raciales, sin embargo, no son exclusivas de la alta fantasía en la que aparecen razas fantásticas. En su blog7, en una conversación con un fan, George R.R. Martin hacía el siguiente comentario:

Right from the start I wanted the Targaryens, and by extension the Valryians from whom they were descended, to be a race apart, with distinctive features that set them apart from the rest of Westeros (…). But in recent years, it has occurred to me from time to time that it might have made for an interesting twist if instead I had made the dragonlords of Valyria… and therefore the Targaryens… black.

Desde el principio quise que los Targaryen, y por extensión los valyrios de quienes descendían, fuesen una raza separada, con sus características distintivas que los separasen del resto de Poniente (…). Pero recientemente, de vez en cuando pensaba que tal vez habría sido un giro interesante si, en lugar de eso (blancos y con cabello plateado) hubiese hecho a los señores dragón de Valyria…y en consecuencia, a los Targaryen…negros.

Muchos fans consideraron esto un gesto de inclusividad, especialmente cuando este comentario volvió a salir a la luz para acallar las críticas por la elección del actor Steve Toussaint para interpretar a Corlys Velaryon en la futura serie La casa del Dragón (HBO, 2022), pero no he visto a nadie señalar que el problema no está en caracterizar a los valyrios como todos blancos o todos negros, sino en caracterizarlos como una raza aparte. La elección de Toussaint como Corlys es un paso adelante muy importante, no sólo por inclusividad, sino porque rompe completamente con la lógica racial con la que los valyrios habían sido caracterizados hasta ahora, tanto en los libros8 como en la serie de Juego de Tronos9.

Considerar que los distintos pueblos que habitan un mundo no son estáticos y homogéneos, sino que todos ellos presentan una gran variedad y mezcla de características, que hacen imposible separarlos en categorías concretas y cerradas, es el punto de partida para acabar con las razas fantásticas y empezar a crear diversidad fantástica.

2)   Mundos demasiado blancos

A pesar de que el 63% de la población mundial10 es de origen asiático y un 17% (el segundo mayor porcentaje) de origen africano, la gente de estas regiones está considerablemente subrepresentada en la ficción. El ser humano por defecto es blanco en el subconsciente colectivo, a pesar de que, en la realidad, la población blanca sea demográficamente minoritaria. La literatura fantástica no ha escapado de este sesgo. Helen Young11 propone que los cimientos de este «hábito blanco» fueron establecidos firmemente en sus tiernos inicios, con J. R. R. Tolkien, H. P. Lovecraft, R. E.  Howard o C. S. Lewis, todos ellos hombres blancos que escribieron sus mundos con protagonistas blancos, en un contexto de dominancia racial y cultural blanca. Hay honrosas excepciones, como la saga de Terramar12, en la que la gran mayoría de personajes, incluido el protagonista, Ged, tienen la piel oscura. Pero, como buena excepción, no sirve de contraargumento, sino que acentúa la tendencia general.

Con el relevo generacional, ya en la época de los 90 y los 2000, esta tendencia no desaparece. Las obras dentro del subgénero grimdark o de la fantasía épica medieval, como Canción de Hielo y Fuego8, Crónica del Asesino de Reyes13 o la saga de Geralt de Rivia3 entre muchos otros, mantienen esta costumbre de predominancia y dominancia blanca. Young arguye que estos subgéneros, a los que ella llama «gritty fantasy» o «fantasía ruda» aluden a un pasado neomedieval, imaginario y presentista de pureza racial, centrado estética y geográficamente en occidente, a la par que construye mundos estructurados por la nostalgia imperialista europea. En este sentido la interpretación y caracterización que se le da a los pueblos no-blancos es, a menudo, moralmente decadente y salvaje, basada en una perspectiva orientalista de estos. Por ejemplo: los dothraki de Canción de Hielo y Fuego, o las zerrikanas que aparecen en La Espada del Destino14. Young también comenta que, aunque con mucha frecuencia los autores, y también algunos fans, de esta clase de fantasía aluden a una falsa pretensión de «autenticidad histórica» a la hora de defender, por ejemplo, la brutal misoginia de sus obras, ha encontrado muy pocas instancias en las que se cuestione el porqué de tanta blancura.

 De esto se concluye, tristemente, que ese ideal de un pasado racialmente puro está mucho más aceptado entre la audiencia, aunque sea falso. De ahí que, cuando algunas adaptaciones de estas obras incluyen personajes racializados, se encuentren con tanta oposición por parte de algunos sectores de la comunidad fan. Por ejemplo, la adaptación de Netflix de la saga de Geralt de Rivia, The Witcher, fue criticada15 en redes por haber introducido gente racializada en el elenco, argumentando que, como el mundo en el que se desarrolla está inspirado en Polonia, sólo puede haber gente caucásica; cuando la realidad es que en Polonia tradicionalmente han existido una gran variedad de grupos étnicos minoritarios16, como los tártaros, de origen mongol; los karaim, de origen túrquico; o los armenios; los romaníes etc. Tal vez, lo que realmente cabría preguntarse es por qué no se han incluido personas de estas etnias en el elenco.

El mundo ni es blanco, ni es homogéneo. Las etnias minorizadas (que no necesariamente minoritarias) han sido tradicionalmente excluidas de la ficción y olvidadas hasta el punto en que parece que necesitas motivos «de peso» para incluirlas, más allá del hecho de que existen, para que no te acusen de «inclusividad forzada». La realidad es justo la opuesta, el status quo es la exclusión forzada de las minorías, que siempre han estado ahí, para reforzar la narrativa de dominancia blanca. Parafraseando a Carl Sagan17, cuando criticó a Star Wars por su falta de diversidad: «Todos los que mandan se parecen a nosotros».

3)   Etnoestados y culturas raciales

La ficción tiende a simplificar las realidades socioculturales, tanto en el número de estados como en la variedad de etnias y culturas que los pueblan, y es comprensible porque de lo contrario el worldbuilding sería inabarcable. Sin embargo, a la hora de construir dichas sociedades se suele incurrir en el error de mezclar nacionalidad, con etnia/raza y con cultura, con dos resultados muy problemáticos: los etnoestados y las culturas raciales.

Un etnoestado18 es un estado o nación cuya población pertenece exclusivamente a una etnia y su característica más importante es que realmente no existen. En su base ideológica está la idea de que todos los miembros de una nación comparten un origen, una cultura y un idioma comunes (“Ein Land, ein Volk…” sí, al final todo acaba derivando en los nazis). Esta ideología se remonta al siglo XIX, momento en el que empiezan a surgir los nacionalismos, al mismo tiempo que se desarrollaba la filosofía racista y la idea de que los pueblos pueden dividirse en categorías concretas. En la realidad, un estado comprende multitud de etnias y culturas diferentes, no hay más que mirar a la variabilidad cultural, étnica y lingüística de España, por ejemplo. Pero la idea de que a cada pueblo les corresponde un Estado que por «herencia natural» les pertenece ya existe en El Señor de los Anillos y se ha mantenido en gran medida desde entonces, con una particularidad: mientras los humanos, por regla general, mantienen una gran variedad de pueblos, reinos y naciones, las “razas” no humanas suelen ser más homogéneas y poseen menos territorios distintos. En la saga de libros de The Witcher, por ejemplo, los humanos tienen multitud de reinos diferentes. Sin embargo, sólo hay un reino enano, Mahakam que, cómo no, es una mina, ya que los enanos de The Witcher siguen el estereotipo judío de los primeros enanos de Tolkien y, a pesar de ser un estado vasallo, también funciona como «gueto», ya que humanos y no-humanos viven separados. Curiosamente, existen multitud de enanos que viven fuera de Mahakam (por ejemplo, la familia de Molnar Giancardi, a quienes Yennefer pide un préstamo en Tiempo de odio19), pero en Mahakam no parece haber lugar para los humanos. Algo parecido sucede con los elfos, su único reino es Dol Blathana y su creación se ofreció como solución a los problemas de persecución que sufría este pueblo en los reinos humanos. Tristemente, la solución que narrativamente se propone al problema del racismo de este mundo no pasa por el reconocimiento de la multiculturalidad y plurietnicidad de los Estados, ni por la inclusión y la mezcla natural de los distintos pueblos, sino por la segregación; que cada «raza» se mantenga «pura» y tenga su lugar concreto al que pertenecer, al estilo de los etnonacionalismos modernos. Esta ideología de segregación como solución a los problemas de intolerancia étnica fue muy importante en la Europa pre y post Segunda Guerra Mundial, imponiéndose por la fuerza el desplazamiento de multitud de minorías étnicas y lingüísticas, especialmente en el este de Europa. Winston Churchill llegó a decir en 1944 que «…no habrá mezcla de poblaciones que causen problemas eternamente. Se realizará un barrido de limpieza20». Ni qué decir tiene que esto no acabó con los problemas21, sino que acrecentó el odio hacia los pueblos minorizados, las atrocidades, limpiezas étnicas y la intolerancia de estas minorías a ser incluidas en un Estado que no las reconociese como iguales. Vivimos en un mundo en el que las ideas etnonacionalistas han «triunfado» en el sentido de que el Estado-Nación se entiende como algo natural y así se ve reflejado en la ficción fantástica, pero es hora de recordar que la realidad es mucho más compleja y, frecuentemente, mucho más sangrienta.

Como consecuencia de la creación de etnoestados, es muy común homogeneizar la cultura de las «razas» no humanas hasta el punto de volverlas culturas raciales. Los enanos adoran la forja, los elfos adoran la naturaleza etc. Hablar de «cultura enana» o «cultura élfica» tendría que parecer tan ridículo como hablar de «cultura humana». Si en un mismo Estado ya hay multitud de culturas, pretender que haya una única cultura común a toda una especie debería romper la suspensión de incredulidad de cualquiera. Pero el problema de las culturas raciales no es que sean inverosímiles, sino que dicha homogeneización es un mecanismo de construcción y destrucción de identidades étnicas y culturales con tintes mucho más oscuros de lo que pudiera parecer en un principio.

Tal vez nos parezca extraño hablar de «cultura humana», en cambio sí que nos puede sonar «cultura africana», «cultura asiática» o «cultura nativoamericana», cuando en realidad ninguna de ellas existe, sino que son términos paraguas que engloban multitud de culturas, muchas veces muy diferentes entre sí. A menudo se señala el problema de que, al englobarlas, se mezclan descuidadamente elementos de unas y de otras (¿cuántas veces hemos visto elementos japoneses, como ninjas, katanas o shurikens, en historias que supuestamente transcurren en China?) hasta volverlas irreconocibles. Por comparación, recordemos la cantidad de ampollas que levantó la película Misión Imposible 222, cuando mezclaron las procesiones de Semana Santa de Sevilla, con las Fallas de Valencia y los San Fermines de Pamplona. Pero esto es sólo la punta del iceberg.  

Al englobar varias culturas bajo un mismo paraguas estamos creando categorías cerradas que separan y jerarquizan grupos de población, de forma similar al que lo hacían las razas23. Posiblemente el ejemplo más claro de esto sea la idea de «occidente»24 o «cultura occidental», que se utiliza como sustituto del concepto de «raza blanca» para situar a las culturas «no-occidentales» por debajo. Este concepto asume unos rasgos culturales y unos valores comunes a toda la población occidental y los usa para distinguirse del resto. Los nacionalismos crean la idea falsa de una cultura única y homogénea a todo el Estado-Nación. Por eso escoge unos determinados rasgos culturales que, a sus ojos, son los auténticos y los trata de imponer a toda la población, buscando la eliminación de todos otros aspectos culturales que no considere válidos. En consecuencia, esta homogeneización cultural provoca la alterización no sólo de las culturas minorizadas, sino de aquellos que las practican, negando y desvirtuando su identidad, pero también señalándolos como inferiores e incluso peligrosos25.

Many forms of ethnic cleansing accompany, or follow, waves of cultural Westernization. Israel’s attacks on the Palestinians expanded in tandem with the country’s selfdescription as a bulwark of the West, particularly the US, and Serbia’s ethnic cleansing of Muslims and other nationalities has been justified as an attempt to protect the West against the “Islamic threat.”

Muchas formas de limpieza étnica son acompañadas, o siguen, olas de occidentalización cultural. Los ataques de Israel hacia los Palestinos se expandieron conjuntamente con la autodescripción del país como un baluarte de occidente, particularmente de los Estados Unidos, y la limpieza étnica de los musulmanes y otras nacionalidades por parte de Serbia ha sido justificada como un intento de proteger occidente contra la «amenaza islámica».

La homogeneidad cultural, al igual que la raza, no es más que una quimera, algo que no existe, pero que se intenta imponer por medios violentos. De modo que, al hacer a toda una «raza» culturalmente homogénea, estamos haciendo realidad los sueños más locos e irracionales de los etnonacionalistas.

En conclusión: etnicidad, cultura y nacionalidad son términos independientes que, aunque a veces se solapen, no tienen por qué coincidir. La diversidad cultural y étnica no sólo es deseable por ofrecer una mejor representación de las culturas minorizadas, sino que además describe mucho mejor la realidad.

4)   Nuevas razas, nuevos estereotipos raciales

No hace mucho, un amigo mío empezó una nueva partida de Skyrim26 y quería jugar como pícaro. Mientras estaba creando el personaje me dijo: Este juego quiere que juegue de forma racista. ¿Por qué? Porque en este juego uno no escoge su clase, sino que va adquiriendo habilidades a medida que juega y ciertas razas te dan ventajas innatas para ciertas habilidades. En el caso de los pícaros, los Khajiit y sus habilidades innatas de sigilo y agilidad, que hacen que sean la raza de asesinos y ladrones «por naturaleza». Los Khajiit son personas-gato con una cultura nómada, estética oriental y además traficantes y usuarios de una droga llamada «skooma». Por ello, son marginados y discriminados por el resto. Creo que es bastante evidente de que estas características son una recopilación de los estereotipos raciales del pueblo gitano y toda la raza de los Khajiit está construida en torno a ellos, haciéndolos realidad dentro del juego. Los Khajiit del juego tienen el sombrero de ser asesinos, ladrones y/o drogadictos. Y los jugadores han de jugar de forma racista porque si quieren optimizar las habilidades de la clase con la que desean jugar, tendrán que escoger la raza cuyas «habilidades innatas» encajen lo mejor posible. Y esto es un problema muy serio. Estamos hablando de un videojuego de 2011, que no sólo basa el worlbuilding de sus pueblos en estereotipos raciales, sino cuyas propias mecánicas de juego se basan en la filosofía racista, concretamente en el esencialismo biológico.

Desgraciadamente, los videojuegos no son los únicos que han creado razas basándose en estereotipos raciales. En el juego de rol Vampiro La Mascarada (VtM), el clan vampírico de los Ravnos también está basado en el estereotipo racial del pueblo gitano. Según el manual de la Edición 20º aniversario27: los Ravnos son nómadas y estafadores que pueden obligar a la mente a ver lo que no está ahí, aunque son esclavos de los vicios a los que se entregan. La mayoría de Ravnos pertenecen a esta etnia y la mayor ofensa es su debilidad de clan: son esclavos de un vicio, como mentir, robar, asesinar o consumir drogas. No es el único defecto basado en un estereotipo racial, los Kuei-jin28 (nombre compuesto por una palabra china y otra japonesa), por ejemplo, tienen la obligación de adscribirse a una senda de la iluminación llamada Dharma y su único propósito en la no-vida es seguirla. Un Kuei-jin nunca puede rebelarse contra sus superiores porque eso se considera un atentado contra-natura por la propia mecánica del juego. Este defecto está basado en el estereotipo racial de que las personas asiáticas, especialmente de China, son sumisas con sus superiores, especialmente sus progenitores y ancestros. En el caso de los videojuegos, los jugadores difícilmente pueden escapar al racismo imbuido en las mecánicas; en cambio los juegos de rol sí ofrecen más libertad, en tanto que puedes ignorar algunas normas o incluso reescribir o subvertir parte del lore para hacerlo menos ofensivo. Y aunque esto hace que la responsabilidad de reinterpretar el lore se transfiera al Máster, con la cantidad de trabajo subsecuente, es una opción perfectamente válida. A lore necio, oídos sordos. Además, como comunidad y como consumidores podemos ser exigentes con lo que toleramos o no toleramos. Las críticas deben valer para hacer cambiar las cosas. Por ejemplo, en VtM 5º Edición 29, los Ravnos ya no tienen el defecto original, sino que se sustituye por ser obligatoriamente nómadas y por tener el impulso de buscar situaciones peligrosas. No es perfecto, pero es indudablemente mejor.

5)   Narrativas de deshumanización y menosprecio

En una escena de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte 30, Harry le pide ayuda al duende Griphook para entrar en el banco mágico Gringotts. Y este accede a cambio de que le entregue la espada de Godric Gryffindor, ya que según él pertenece a los duendes. Harry accede, pero su intención real es engañarlo. Sólo le entregaría la espada cuando hubiese destruido todos los horrocruxes y, por lo que él sabe en ese momento, podría tardar años. Lo más interesante viene poco después, cuando Bill Weasley finalmente le explica por qué Griphook piensa que la espada les pertenece. Según la tradición de los duendes, vender un objeto a un mago se considera un préstamo vitalicio, no un auténtico cambio de propietario. El objeto debería ser devuelto cuando el mago al que se le prestó muriese, en lugar de ser transferido a sus descendientes como parte de la herencia. Ni que decir tiene que la mayoría de los magos jamás cumplieron la promesa de devolver esos objetos. Pero, ¿cuál es la posición narrativa respecto a esto? Si la decisión de Harry de engañar a Griphook respecto a la espada no es una pista suficientemente evidente, aquí tenemos otra. Cuando Fleur le entrega al señor Ollivander la diadema hecha por duendes que usó en su boda para que se la haga llegar a la tía Muriel, Griphok y Bill intercambian estas palabras:

— Ópalos y diamantes —observó Griphook, que había entrado sigilosamente en la habitación sin que Harry lo viera—. Hecha por duendes, ¿verdad?

— Y pagada por magos —replicó Bill, y el duende le lanzó una mirada desafiante.

Ahí lo tenemos, como fue pagada por magos, la diadema (y por extensión la espada) pertenecen a los magos. No hay discusión. Los duendes se equivocan y sus tradiciones culturales son tan absurdas que es completamente lícito ignorarlas. Este menosprecio por las tradiciones ajenas es un aspecto de la creencia en una jerarquía cultural, muy habitual en el racismo moderno, aunque tiene raíces colonialistas; ya uno de los objetivos del colonialismo31 era desestabilizar la estructura social de los pueblos colonizados e imponer la cultura de la metrópolis que los dominaba, bajo la excusa de civilizar a dichos pueblos. Se asume que la «forma correcta» de entender un elemento cultural, por ejemplo el comercio, es la de la cultura dominante, y cualquier desviación se menosprecia y ridiculiza como si otra forma de entender el mundo fuese imposible. La idea de supremacía cultural conlleva el menosprecio de «los otros» como seres inferiores y sub-humanos24. En el caso de los duendes su no-humanidad se acentúa por su propia caracterización como una especie diferente y se agrava considerablemente si tenemos en cuenta de que son, de nuevo, un estereotipo racial del pueblo judío.

Otro ejemplo frecuente de narrativa deshumanizante es la trama del «salvador blanco» o «White Saviour»32, que trata de que una persona blanca viaja dentro de una comunidad minorizada para salvarla de sus problemas (que frecuentemente han sido causados por otras personas blancas) porque, por supuesto, dicha comunidad es absolutamente incapaz de hacer nada sin el liderazgo del hombre blanco. La solución nunca es una alianza entre iguales, sino que la comunidad minorizada necesita el liderazgo de un blanco, que debe ponerse al frente de la rebelión, o del gobierno. Dune33, 34 es un ejemplo clásico de esta narrativa dentro de la ciencia ficción. La cultura fremen (basada en las culturas árabes y bereberes) es constantemente menospreciada, al ser tratada como un conjunto de constructos y supersticiones que las Bene Gesserit han implantado en la crédula población para volverlos fanáticos guerreros al servicio de un mesías blanco y übermensch eugenésico: Paul Atreides, quien ha de liderarlos, supuestamente, hacia su liberación del dominio de los Harkonen. Para la narrativa, la comunidad fremen es un medio para un fin, no tiene valor en sí misma. Un ejemplo más reciente, esta vez cinematográfico, es Avatar35, 36, de James Cameron, cuyo protagonista, Jake Sully, es un exmarine blanco que acaba liderando una rebelión de nativos Na’vi del planeta Pandora para expulsar a una malvada empresa trans-galáctica, que quiere hacerse con los recursos minerales del planeta. En ambos casos el protagonista blanco acaba adoptando las costumbres de los nativos; aun así, por algún motivo, estos siguen necesitando que los lidere, a pesar de que los recursos que utilizan en ambas batallas finales ya los tenían los propios nativos desde el principio. El mensaje en ambos ejemplos es el mismo: las comunidades que son «salvadas» no pueden valerse por sí mismas y por eso deben ser lideradas por el hombre blanco para alcanzar su máximo potencial, aunque ni siquiera dentro de sus propias narrativas tenga mucho sentido. No importa mucho si al final son realmente salvadas o no (que os estoy viendo llegar, queridos fans de Dune); el núcleo de esta narrativa, y lo que la hace deshumanizante, es que priva a los pueblos no-blancos de agencia propia y los convierte en agentes pasivos subordinados a la voluntad del hombre blanco. Mientras ese núcleo persista, la caracterización racista de las personas de color como un «otro» inferior y exótico seguirá intacta.

6)   El insoportable legado del «orcing»: esclavitud y genocidio.

En El Héroe de las Eras37, de la saga de Nacidos de la Bruma, se nos presenta al primer koloss con nombre propio de la trilogía: Humano. Los koloss son una raza de hombres semibestiales de piel ajada color azul y ojos rojos, creados por y para la guerra mediante la corrupción mágica de personas, y dominados por una deidad malvada, Ruina. Son, en esencia, la versión sandersoniana del orco clásico, con toda la problemática racial inherente a ellos, que ya analicé en el anterior capítulo. Sin embargo, merecen una mención especial aquí por su tratamiento a lo largo de este libro. Humano entra en escena tras una batalla en la que su grupo de koloss son derrotados y esclavizados mediante control mental por los protagonistas; que usan esa maniobra para expandir su poder político avasallando la ciudad que han salvado38.

— Te prometí un ejército, Lord Fatren —dijo Elend —. Pues aquí lo tienes.

— ¿Los koloss?

Elend Asintió.

— Pero si son el ejército que vino a destruirnos.

— Y ahora son nuestros —repuso Elend —. (…)

A lo largo del libro, a través de él conocemos que los koloss son capaces de hablar, que tienen conciencia de sí mismos, que sienten dolor y que realmente no son violentos, sino que el dios Ruina les obliga a serlo. Los protagonistas los mantienen constantemente bajo control mental, justificándose en que, si dejasen de esclavizarlos, su dios se volvería a apoderar de ellos y serían un peligro. La narrativa parece que quiere humanizar a unas criaturas que hasta entonces ha tratado de bestias, hace incluso un foreshadowing de que tendrán un papel relevante en la batalla final. Pero entonces, cuando esta llega, lo subvierte. Ruina vuelve a tomar control de sus mentes y empiezan a atacar al ejército de Elend Ventrue y Vin, lo cual les da carta blanca para aniquilarlos por completo. Humano muere a manos de sus esclavistas. Ese era su gran papel, ser un enemigo infrahumano al que matar sin mayor consideración.

Cuando lo leí por primera vez, he de reconocer que, aunque me pareció anticlimático y me hizo sentir fatal, no fui del todo consciente de lo que estaba pasando. La batalla está narrada con la intención de ser épica, y los protagonistas héroes que se sacrifican por los suyos; los auténticos humanos. Y este es el insoportable legado del «orcing»39, que justifica las peores consecuencias de la ideología racista: la esclavitud y el genocidio, y evidencia lo fácil que es hacerlas aceptables para una gran audiencia si se presentan de una forma suficientemente atractiva.

Siempre viene bien recordar las palabras de N.K. Jemisin sobre esto:

“Think about that. Creatures that look like people, but aren’t really. Kinda-sorta-people, who aren’t worthy of even the most basic moral considerations, like the right to exist. Only way to deal with them is to control them utterly a la slavery, or wipe them all out.

Huh. Sounds familiar”.

«Pensad en ello. Criaturas que parecen gente, pero no lo son en realidad. Un tipo de «casi gente» que no merecen ni la más básica de las consideraciones morales, como el derecho a la existencia. La única manera de lidiar con ellos es controlarlos completamente esclavizándolos, o eliminarlos a todos. Uh, suena familiar».

Después de comprenderlo, me hice una pregunta: ¿quién en su sano juicio querría subvertir un arco de humanización? Lo cierto es que seguramente dicho arco nunca existiese. A pesar del red herring, Humano nunca fue considerado realmente un ser humano. Parece un chiste malo, pero en realidad no tiene ninguna gracia. La deshumanización del «otro» siempre es el primer paso para justificar las mayores atrocidades. Es importante hacer hincapié en que es completamente irrelevante lo que los protagonistas piensen acerca de sus koloss. Podría parecer que simplemente ellos son los racistas y el autor solamente lo está reflejando, pero no es así. Lo realmente importante es que el autor, aunque fuera inconscientemente, construyó explícitamente un sistema de opresión racial basado en factores reales (que los koloss son violentos) dentro de su propio mundo dándole, además de justificación, legitimidad.

En el momento en el que basas los argumentos que están en los cimientos de los sistemas de discriminación y opresión racial en características raciales reales, el racismo ya no está solamente en las cabezas de los personajes, sino que se vuelve estructural en el propio worldbuilding y la narrativa, de forma inevitable, se vuelve inherentemente racista. Esto ocurre, dentro de la misma saga, con los skaa, cuya opresión racial estaba fundamentada en el hecho de que fueron «creados» inferiores, débiles, menos inteligentes y carentes de habilidad mágica por el Lord Legislador. El hecho de que con el tiempo, por la mezcla de sangres, adquirieran las habilidades y características de los nobles, no elimina la lógica racial que subyace su caracterización; ya que se basa en los principios eugenistas (de los que ya hablé en la primera parte), que postulaban que unas «sangres» eran mejores que otras y, por lo tanto, la mezcla podía mejorar o empeorar las características biológicas y psicológicas de los individuos. Los primeros nacidos de la bruma eran más poderosos porque su sangre era «pura» y el mestizaje con seres inferiores la ha desvirtuado.

Antes de pensar en cualquier justificación «in lore» hagámonos la siguiente pregunta. ¿Por qué deberíamos buscar dicha justificación en primer lugar? ¿Por qué hacer de la deshumanización, el odio racial, la eugenesia, la esclavitud y el genocidio algo que, bajo «determinadas circunstancias», bien narrativas o de lore sean razonables? ¿Por qué deberíamos dar legitimidad a los discursos racistas?

7)   Conclusiones: Racismo bueno vs racismo malo

Tras realizar la investigación para escribir estos artículos, he llegado a la conclusión de que, a grandes rasgos, existen dos tipos de racismo: el «racismo bueno» y el «racismo malo».

El «racismo malo» es el que siempre se nos viene a la cabeza: los nazis y el Holocausto, el Apartheid y la segregación racial en EEUU. Entendemos que dichas situaciones, esos eventos históricos, fueron una barbarie y sus perpetradores unos fanáticos, intolerantes, prejuiciosos y malvados. Las expresiones abiertas y violentas de racismo son inmediatamente identificadas y criticadas. Pero esa no es la única forma de racismo, ni siquiera es la más habitual.

Hace poco realicé el siguiente comentario en Twitter:

Tras eso, no poca gente me comentó que, si existe una raza capaz de hacer eso, son los elfos porque tal y como El Geek Furioso de la Literatura indicó en su día en su vídeo de Tres Enanos y Pico40: pelo rubio, de ojos azules, racismo declarado, inventaron la cerveza… ¡Son los p**** nazis! ¿Quién no odia a los nazis? ¿Cómo va a estar mal odiar a los nazis?

El problema, naturalmente, no está en odiar a los nazis, sino en caracterizar a toda una «raza» como nazi. Ser nazi es una posición política, no es una etnia, ni una cultura. Cómo parte de la comunidad fan de la fantasía odia a los elfos por ser nazis es un ejemplo asombrosamente claro de cómo se perpetúa el odio racial en la realidad: el «racismo bueno», el racismo legítimo, el que encuentra un motivo razonable a sus ojos para aplicar un sombrero a todo un grupo étnico por el cual deshumanizarlos y odiarlos sin sentirse mal por ello. Es la clase de racismo que no ve delito de odio en señalar de forma discriminatoria a los niños huérfanos inmigrantes en una campaña política porque «son un problema social real»; la misma clase de racismo que ignora las estadísticas de pobreza y señala que a los inmigrantes siempre les dan «paguitas»; la clase de racismo que, ante cualquier noticia de agresión sexual, pregunta primero por la nacionalidad de los detenidos porque «son unos incivilizados y su cultura es machista». No es exactamente el color de la piel (o lo puntiagudas que sean las orejas) lo que justifica, en la cabeza de un racista, la discriminación; sino todas las otras cualidades negativas que se les asocian; los sombreros que pesan mucho más que las personas que los llevan.

Uno de los más graves problemas de la literatura fantástica es que está plagada de «racismo bueno» y además hace realidad los argumentos más torticeros y estultos de los racistas reales: desde la existencia de razas, la eugenesia, las jerarquías y los estereotipos raciales, a las justificaciones de violencia y crímenes de odio o de guerra. Como lectores, como worldbuilders y, sobre todo, como futuros escritores debemos hacer autocrítica y empezar a eliminar y a no tolerar todos los aspectos racistas de los mundos que construimos y de las historias que leemos o escribimos. La crítica, especialmente hacia las obras recientes, ha de servir como motor de concienciación para acabar definitivamente con el legado del odio. A fin de cuentas, ¿quién querría explorar un mundo en el que los racistas tengan razón?

Agradecimientos

Querría agradecer, en primer lugar, el apoyo y la inestimable ayuda de mis lectores beta: Alberto Gómez, Ferantín, Jaume Servera (@schrodidragon), @BernatSunbear, @plesisoul, @WolfieRolero, @Tronosombrio1, @EavenFarlain. También quiero agradecer a toda la gente de Twitter que me ha estado dando mensajes de apoyo cuando los horrores que leía durante mi investigación me acababan superando. Y, por último, quiero dar las gracias una vez más a todos los que hayáis leído este artículo. Espero de todo corazón que sirva para concienciar sobre este problema tan real e importante, para estimular una actitud más crítica hacia la ficción que consumimos y, ojalá, para que las futuras generaciones de escritores aprendan de los errores de sus antecesores y no los sigan perpetuando.

8)   Bibliografía

1. Erikson, S. Malaz: El libro de los Caídos. Nova, 1999-2011. 10 vols..

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3. Sapkowski, A. La saga de Geralt de Rivia.  Alamut, 1993-1999. 7 vols..

4. Isayama, H. Ataque a los Titanes. Norma editorial, 2009-2021. 34 vols..

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6. Gygax, E. G, y otros. Dungeons & Dragons: Player's Handbook. Wizards of the Coast, 2014.

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14. Sapkowski, A. La Espada del Destino. Alamut, 2010.

15. Hissrich, L. A lot of entertainment is made in America, so it makes sense that this frame of mind seeps into tv and movies as well. I can’t speak for any other shows, but I can tell you in terms of The Witcher, here are a few things that were on my mind when thinking . Twitter. [En línea] 27 de 07 de 2019. [Citado el: 22 de 10 de 2021.] https://twitter.com/LHissrich/status/1154891856658010116?s=20.

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17. Sagan, C. The Tonight Show. s.l. : https://www.youtube.com/watch?v=ZatGKzaAS2w, 03 de 1978.

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22. Woo, J. Misión Imposible 2. Paramount Pictures, Cruise/Wagner Productions, 2000.

23. Buraschi D., Aguilar Idáñez M. J. La lógica común del racismo. Racismo y Antirracismo: Comprender para transformar Universidad de Castilla-La Mancha, 2019, pp. 69-71.

24. Spagnoli, F. Making human rights real pp.11-33. Algora Publishing, 2007.

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26. Howard, T., y otros. The Elder Scrolls V: Skyrim.  Bethesda Game Studios, 2011.

27. Achilli, J., y otros. Vampire The Masquerade: 20th anniversary edition pp. 20, 64-65.  White Wolf, 2011.

28. Achilli, P., y otros. Kindred of the east. White Wolf, 1998.

29. Hite, K., y otros. Vampire the Masquerade 5th Edition. White Wolf, 2018.

30. Rowling, J.K. Harry Potter y las Reliquias de la Muerte pp. 426-437. Salamandra, 2007.

31. Kohn, M. y Reddy, K. Colonialism. [En línea] 9 de 5 de 2006. [Citado el: 23 de 10 de 2021.] https://plato.stanford.edu/entries/colonialism/.

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34. Sturtevant, P. B. Maybe Dune, a Story about a White Superman Created by a Eugenics Program, is Not the Film We Need Right Now. [En línea] 16 de 9 de 2020. [Citado el: 23 de 10 de 2021.] https://www.paulsturtevant.com/dune-eugenics-colonialism/.

35. Cameron, James. Avatar. 20th Century Fox, 2009.

36. Loza, S. Playing Alien in Post-racial times. [aut. libro] M. Levina y D. M. T. Bui. Monster Culture in the 21st century. Bloomsbury, 2013.

37. Sanderson, B. El Héroe de las Eras. Nova, 2013.

38. —. El Héroe de las Eras; capítulo 5. Nova, 2013.

39. N.K., Jemisin. From the Mailbag: The Umbereable Baggage of Orcing. [En línea] 13 de 02 de 2013. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://nkjemisin.com/2013/02/from-the-mailbag-the-unbearable-baggage-of-orcing/.

40. Barcenilla, L. (Geek Furioso de la Literatura). Tres Enanos y Pico, de Ángel Sanchidrián. [En línea] Youtube, 21 de 08 de 2017. [Citado el: 23 de 10 de 2021.] https://www.youtube.com/watch?v=L4oMI82CnF8&t=2s.



[*] Dicho por mi lector beta, Jaume Servera (@Schrodidragon), durante una de nuestras conversaciones. Nunca se lo podré agradecer lo suficiente.




Comments

  1. Me ha gustado todo el post pero discrepo totalmente con lo de Corlys.
    Los Valyrios son una "raza" a parte y, aunque GRRM, hubiera querido hacerlos negros la realidad es que son muy pálidos y es lo que finalmente decidió.
    La idea de que una población de Las Tierras del Largo Verano sea pálida, tenga gran belleza y poderes mágicos heredables ayuda a darles ese aura de seres antinaturales y de raza a parte( Organismos modificados mágicamente).

    Tal y como funciona la herencia en el mundo de Hielo y Fuego un negro rubio es imposible ( todos los caracteres de cada casa se heredan en bloque, supongo que por facilitar las descripciones) .

    Hay varias razones que explican que evidentemente Corlys y los Velaryon no podrían ser negros ( como que Daella Targaryen confundiera un estiveño con un demonio por su piel negra) pero no voy a extenderme más.
    Gran post en todo lo demás.

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  2. Si bien estoy de acuerdo en muchas cosas expresadas; no podemos negar que algunas etnias sí tienen ventajas, al menos físicas, sobre otras etnias en el mundo. Lo mismo se puede aplicar a las razas fantásticas.

    Tenemos por ejemplo los Sherpas y los Bajau. Unos adaptados para no fatigarse tanto en lugares con poco oxigeno y lo otros capaces de aguantar la respiración por tiempos muy prolongados.

    En otras etnias el factor cultural sí les da ventaja sobre otras etnias: Tomemos por ejemplo a los ingleses durante la edad media.

    Durante mucho tiempo se considero que los ingleses eran los mejores arqueros, y todo por un decreto de un rey que ordenaba a todo varón (no recuerdo a partir de qué rango de edad) a practicar el tiro con arco, luego lo adoptaron como parte de su cultura. Así que, si nacías como varón ingles, las posibilidades de tener practica con el arco (y el arco largo) eran muy altas. Tal vez no fueras el mejor de Inglaterra, pero en otros reinos sí podías aspirar a ser considerado un buen arquero gracias a la practica pudiste tener desde pequeño.

    Lo mismo podríamos decir de lo mongoles y su casi innata habilidad para montar a caballo.

    De esta forma pienso que no podemos eludir que algunas etnias, y por lo tanto también las razas fantásticas, sí presentan ventajas y desventajas gracias a las influenciadas de sus características culturales y el medio ambiente donde viven.

    La cultura de una raza fantástica puede verse influenciada por su medio ambiente, como en la vida real, y su cultura a su vez va a influir en el comportamiento y la moral de sus integrantes; en especial, como la mayoría de razas fantásticas, cuando su cultura es tan homogénea (en este caso habrá personas que tengan sus razas o menos homogeneizadas).

    Dichas diferencias se harán más notorias si el físico de dichas razas es diferente (también pienso que en algunos casos ya no estaríamos hablando de razas, sino de especies). Por lo tanto podría parecer obvio que los Khajit tengan ventaja en sigilo: prácticamente podríamos decir que son gatos, y el sigilo suele ser característico de estos.

    Entiendo que hay obras que tengan influencia en estereotipos "tóxicos" reales, pero eso no significa que hagan total apelación a ellos. Tampoco podemos negar que el hecho de que a nosotros nos parezcan tóxicos algunos estereotipos también se debe a la influencia cultural de nuestro entorno, si nos hubiéramos criado en otro entorno cultural, tal vez los consideraríamos hechos innegables.

    Tratándose de ficción: Escriban y dejen escribir.

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