Racismo fantástico II: El racismo en el Señor de los Anillos

Creo que debería empezar diciendo: por favor, leed la primera parte de este artículo para entender mejor el contexto antes de seguir.


Las obras fundacionales tienen una cualidad de la que parecen no poder escapar: establecen los tropos del género, los motivos recurrentes, los puntos en común que los lectores reconocemos y nos hacen sentir “en casa”, como una reunión de taberna en un setting pseudomedieval de Dungeons & Dragons. Y si hay una obra que es reconocida universalmente como la gran fundadora del género fantástico es El Señor de los Anillos de J.R.R Tolkien. A esta obra le debemos en gran medida hábitos tan férreamente establecidos como los escenarios inspirados en la Europa medieval, los señores oscuros y los temas de la lucha del bien contra el mal, el uso de elementos mitológicos y magia, los mapas del mundo fantástico, los conlangs y las razas fantásticas. Y con las razas también nos ha dejado un legado de racismo implícito en su propia creación y explícito en el uso de jerarquías y estereotipos raciales que ha perdurado hasta nuestros días.

Antes de que nadie pierda los estribos y me acuse de herejía: soy perfectamente consciente del contexto social y cultural en el que vivió Tolkien. Es más, es precisamente en ese contexto en el que me baso (ayudándome de diversas fuentes) para realizar esta crítica que, como he indicado en la introducción de la primera parte, está orientada a la obra y su legado, no al autor. Tolkien vivió en un contexto histórico en el cual el racismo era una ideología predominante y dicha ideología ha influenciado una obra que después se convertiría en la gran fundadora de un género. Más concretamente, algunos estudiosos encuentran influencias del racismo anglosajón (anglo-saxonism) en el que se vinculan características morales, físicas y lingüísticas a la raza1, y consideraban a los europeos blancos del norte descendientes directos de las tribus germanas. Esta ideología, aunque tuvo sus orígenes en el siglo XIX, se había inspirado en las crónicas de Plubio Cornelio Tácito2, que describía a los germanos como un pueblo, viril, marcial, que no se mezclaba con otros y que adoraba la libertad y que, si bien esto los volvía perezosos y sucios, eran en muchos aspectos superiores a los decadentes romanos que se habían acostumbrado al lujo y a la corrupción. En su libro «Race and Popular Fantasy Literature: habits of whiteness1», Helen Young hace la reflexión de que, si bien Tolkien criticó fuertemente al fascismo en su época y difícilmente se le podría tachar de ser uno, el ideal del «noble espíritu del norte» en el que creía fue fundado en base a la ideología racial de los siglos XVIII y XIX, que imaginaban al hombre blanco en la cúspide de la jerarquía. Aún hoy podemos observar retazos de esa ideología, por ejemplo, en la glorificación de los vikingos nórdicos como ideal masculino de fuerza y bravura, a pesar de que dicha visión esté más basada en estereotipos que en la realidad3. Tampoco podemos pasar por alto que es la base de la ideología de «Supremacía Blanca» de la Alt-Right en países anglosajones.

Si bien la Tierra Media es un lugar culturalmente muy diverso, más incluso de lo que muestran sus adaptaciones al cine, e incluso aceptando que sus personajes (o al menos aquellos de los cuales sabemos su nombre) tienen suficiente profundidad como para no ser tachados de estereotipos, la lógica racial subyace a la creación de estos pueblos. En la primera parte de este artículo resumía los principales puntos de la lógica racial. En esta segunda parte se analiza cómo se presenta esa lógica racial en el worldbuilding de El Señor de los Anillos.

1)      Razas, esencialismo y jerarquías

Los pueblos de Arda, el mundo creado por Tolkien, tienen un origen creacionista y poligenista. Según el Quenta Silmarillion4, Illúvatar creó primero a los elfos o Quendi y posteriormente a los hombres o Atani. Los enanos, en cambio, fueron creados por el vala Aulë en las profundidades de la tierra, antes de la llegada de los elfos y los hombres, aunque fueron despertados después que ellos. Por último, los orcos fueron creados por Morgoth al corromper a humanos y elfos mediante magia oscura, siendo la única raza que no tiene un origen «natural». Tal y como expliqué en el primer capítulo, el poligenismo ofrecía una causa diferente a la jerarquía racial, pero mantenía sus raíces en la creencia de que dicha jerarquía existe y quienes se encuentran en la cúspide, en lugar de ser los «más evolucionados» son el «pueblo elegido» de una determinada deidad1. En Arda la jerarquía coloca en primer lugar a los elfos y posteriormente a los hombres. Los enanos5 no son tan «perfectos» como estos hijos de Ilúvatar, ya que fueron creados por una deidad menor y, aunque Ilúvatar los bendice, no fueron «enderezados» por él. En último lugar se encuentran invariablemente los orcos.

Esta jerarquía no sólo discrimina a razas entre sí, sino que también establece diferencias esenciales dentro de una misma raza. Un buen ejemplo de esto son los propios elfos. Poco después de su despertar, el vala Oromë se presenta ante ellos y les insta a seguirlo hasta las Tierras Imperecederas. Quienes obedecieron a la llamada serían llamados Eldar (pueblo de las estrellas) y los que decidieron quedarse donde estaban se llamarían Avari (los renuentes), que después darían lugar a los elfos silvanos, pero en parte también darían lugar a los primeros orcos al ser capturados por Morgoth. Durante el viaje de los elfos hacia el oeste, algunos clanes, como los Nandor o los Sindar quedarían atrás, mientras que los Vanyar, los Noldor y algunos Teleri, llamados Falmari, concluirían con éxito su viaje. Estos tres clanes serían considerados los Calaquendi (los elfos de la luz), en oposición a los Moriquendi (elfos de la oscuridad), que comprende a todos aquellos que no concluyeron el viaje. De entre los Calaquendi los Vanyar son los más bellos y nobles, por ser más cercanos a los Valar y los favoritos de Manwë y Varda, la pareja valar reinante, seguidos en importancia por los Noldor, que eran fuertes, sabios, hábiles artesanos y orgullosos y por último los Falmari, que fueron los últimos en llegar.

Lo que vemos en la historia del viaje de los elfos es una justificación «in lore» de la jerarquía racial existente dentro de esta raza. Esta clase de justificaciones, o de explicaciones, son frecuentes y funcionan narrativamente, aportando una coherencia interna a dichas distinciones. El problema se encuentra en la lógica racial que los subyace, que no necesariamente debe tener un paralelismo directo con un estereotipo racial existente, sino que basta con «hacer realidad» el argumento esencialista que justifica las jerarquías raciales. Esto no quiere decir que absolutamente todos los individuos de un determinado clan se comporten estereotípicamente según el patrón que le toca, más bien, dichos atributos funcionan como limitaciones inherentes que, en concordancia con la ideología racista, determinan el estatus de los individuos y justifican ciertas relaciones de poder. Por ejemplo, el reino de Lothlórien está gobernado por Galadriel, que es Noldor, pero la mayoría de sus pobladores, los Galadrim, son Silvanos y estos, por mucho que lo intenten, jamás alcanzarán la nobleza y la sabiduría de sus reyes. La propia Galadriel es mucho más importante y poderosa que su esposo Celeborn, un Sindar.

2)      Bondad, maldad y estereotipos raciales

En la cosmología tolkeniana, el Bien y el Mal son objetivos y están claramente definidos. El Bien es representado por Ilúvatar y los Valar, el Mal está personalizado en Morgoth y sus siervos. Esta es una visión bastante maniqueísta de la moral, tal vez (esto es una opinión) influenciada por las creencias religiosas cristianas del autor. Sin embargo, si miramos al conjunto de pueblos de Arda, sólo los Valar y los Maiar (deidades menores) funcionan realmente en esta escala de absolutos. En cuanto al resto, la alineación moral es, cuanto menos curiosa. Todos los pueblos de la Tierra Media tienen capacidad para hacer el mal, pero no todos la tienen para hacer el bien. Donde más se nota la influencia de la jerarquía racial en la alineación moral es en los hombres, los enanos y, por supuesto, los orcos.

2.1) Hombres

Los hombres se dividen en tres categorías raciales1,6, los Altos Hombres (Hombres del Oeste), que incluye a los Númenóreanos y a sus descendientes, los Hombres Medios (Hombres del Crepúsculo), que incluyen a los Rohirrim entre otros y los Hombres Salvajes (Hombres de la Oscuridad), que incluyen a los Haradrim, a los Orientales y a los Dunledinos, así como a los Númenóreanos que se pusieron de parte de Sauron. En el Señor de los Anillos, todos estos pueblos están caracterizados como personas racializadas, y cabe notar que, mientras los Hombres del Oeste y los del Crepúsculo pueden tener una alineación moral en una escala de grises, los Hombres de la Oscuridad son invariablemente enemigos [*]. De nuevo, el lore nos ofrece una justificación, que es que estos pueblos han sido sometidos por Sauron desde hace siglos. Sin embargo, esta justificación, no elimina la lógica racial detrás de la asociación de «persona de color» a «enemigo», sino que está basada en ella.

2.2) Enanos

Tolkien se inspiró mucho en la mitología nórdica a la hora de caracterizar a los enanos, por ejemplo, su vinculación a la Tierra y su pasión por la minería. Pero no es la única inspiración que tomaría. Numerosas historias en las que los enanos son protagonistas tienen la codicia como elemento central. Sin ir más lejos, la motivación de la Compañía de Thorin Escudo de Roble era recuperar el oro bajo la montaña y la Piedra del Arca y no tienen reparos en contratar a Bilbo para robarle al dragón. Sin embargo, no mencionan la piedra hasta llegar a Erebor, ya que también son desconfiados y herméticos. Según el propio libro: «los enanos no son héroes»7. Su semejanza con el estereotipo racial judío es más que evidente, y fue confirmada por el propio autor8. Sin embargo, existe una evolución notable del tratamiento narrativo de los enanos desde el Hobbit (1937) hasta el Señor de los Anillos (1954). Gimli rompe en muchos sentidos con el estereotipo presente en sus predecesores. Es valiente, noble, letrado y no hay en él una pizca de codicia. Qué ocurrió entre esas dos fechas que pudiera inducir este giro no es muy difícil de adivinar. No obstante, para entonces la caracterización de los enanos a partir del estereotipo racial judío ya estaba firmemente establecida en muchos aspectos. Su tratamiento definitivamente mejora, pero no deja de estar basado en lógica racial.

2.3) Orcos

Los orcos son, sin duda, la raza más problemática de todo el legendarium. Su caracterización es profundamente racial. Son la personificación de «El Otro», seres humanoides, con capacidades físicas e intelectuales similares, pero siempre inferiores a las de los «humanos reales» y además son monstruos esencial e invariablemente malvados. En La Comunidad del Anillo9 son descritos de la siguiente manera:

“…a huge orc-chieftain, almost a man high, clad in black mail from head to foot… His broad flat face was swart, his eyes were like coals and his tongue was red“.

Rostro ancho, plano y moreno, ojos como carbones y lengua roja. Al igual que sucede con los enanos, los orcos están construidos en torno a los estereotipos de personas racializadas, en este caso de la gente de piel negra. Pero a diferencia de los primeros, para los orcos no hay redención o salvación posible. La escritora de fantasía N.K. Jemisin escribe sobre ellos en su blog10:

“Think about that. Creatures that look like people, but aren’t really. Kinda-sorta-people, who aren’t worthy of even the most basic moral considerations, like the right to exist. Only way to deal with them is to control them utterly a la slavery, or wipe them all out.

Huh. Sounds familiar”.

«Pensad en ello. Criaturas que parecen gente, pero no lo son en realidad. Un tipo de «casi gente» que no merecen ni la más básica de las consideraciones morales, como el derecho a la existencia. La única manera de lidiar con ellos es controlarlos completamente esclavizándolos, o eliminarlos a todos. Uh, suena familiar».

Los orcos son «los negros» y a la vez no lo son. Lo son en el sentido de que su caracterización, tanto física (Fijaos en la palabra que escoge Tolkien para referirse a su color de piel, «swart», que significa «moreno») como psicológica están profundamente inspiradas en un estereotipo racial muy concreto y evidente. Existe un consenso bastante amplio1 de que la inspiración más probable para ellos sean los sarracenos y los mongoles. Sin embargo, no lo son en el sentido de que no pretenden ser una representación de estos pueblos, ni tampoco de la idea (cualquiera que fuese) que tuviese el autor de ellos. Lo más probable es que Tolkien se inspirase en los escritos medievales que narraban las guerras entre musulmanes y cristianos sin considerar que dichas fuentes no estaban libres de sesgos, prejuicios y estereotipos.

El problema, de nuevo, radica en que los orcos, conscientemente o no, encarnan un estereotipo racial. N.K. Jemisin comenta que la comunidad de fans de color de ciencia ficción y fantasía usaban el término «orcing» para criticar a los autores cuando introducían prejuicios raciales en sus novelas. Y dice textualmente: «Era una reclamación, pero también reconocimiento». Por todo esto el propio concepto de los orcos tal vez sea irredimiblemente racista.

3)      La psicología de la raza y el Planeta de los Sombreros

Posiblemente uno de los aspectos más arraigados del legado de Tolkien a la hora de construir razas es la asignación de ciertos atributos psicológicos o rasgos de personalidad a determinadas razas. Y lo más importante al respecto es que, posiblemente él nunca se hubiera dado cuenta de lo problemático que es esto. En una de sus cartas11 escribe:

    «No hay «simbolismo» alguno o alegoría consciente en mi historia… Que no haya alegoría no quiere decir, por supuesto, que no haya aplicabilidad. Siempre la hay. Y como no he constituido la lucha por entero inequívoca: pereza y estupidez entre los hobbits, orgullo y [palabra ilegible] entre los Elfos, rencor y codicia en el corazón de los Enanos y locura y maldad entre los «Reyes de los hombres», y traición y sed de poder entre los «Magos», supongo que en mi historia hay aplicabilidad a los tiempos actuales».

Independientemente de que sean empleados para ensalzarlos, criticarlos o simplemente explorarlos, atributos como «pereza y estupidez» o «rencor y codicia» son rasgos de personalidad, no rasgos culturales. La reflexión que realiza Tolkien en esta carta parte de la idea racista de que existen atributos psicológicos asociados a las distintas razas, que forman parte de su identidad. Cultura no es personalidad12. No existen culturas «codiciosas» o «perezosas», sino que estas asociaciones parten de estereotipos perpetuados a base de la repetición a lo largo del tiempo. En ficción, al uso de esta retórica se le conoce como «Planeta de los Sombreros13» y es uno de esos clichés que suelen levantar ampollas. Su uso descarado es generalmente muy criticado, pero muchas de sus manifestaciones sutiles suelen pasar desapercibidas, generalmente atribuyendo ese rasgo de personalidad sospechosamente uniforme a la cultura.

Existen diversos estudios que intentan arrojar un poco de luz a la cuestión de la relación entre cultura y personalidad y parece haber cierto consenso en que ambas están interrelacionadas14,15, ya que la cultura es uno de los muchos factores ambientales que moldean la personalidad y a su vez se ve influenciada por el modo de ser de los individuos que la componen, y que hacen que esta cambie a lo largo de las generaciones. No obstante, dicha relación es compleja, y los métodos para su estudio tienen muchas limitaciones. Por ejemplo, existe mucho solapamiento entre poblaciones, de tal forma que decir que las personas de la cultura «x» son, de media, más extrovertidas que las de la cultura «y», es como decir que el alemán medio tiene mayor estatura que el español medio. La desviación estándar también importa. Además, dichos estudios miden la personalidad en base a la clasificación del «Big Five» o «Cinco Grandes», es decir, miden cinco dimensiones de la personalidad muy concretas: extroversión, responsabilidad, apertura a nuevas experiencias, amabilidad y neuroticismo. No tiene nada que ver con cosas como la «codicia», la «pereza» o la «maldad». Y, además, ¡sorpresa!, los resultados de dichos estudios no han corroborado ninguno de los estereotipos clásicos, más bien, han demostrado que dichos estereotipos no son más que falsedades.

Los estereotipos raciales nacen de la asociación de atributos psicológicos y sociales a las distinciones físicas de las razas. Estos atributos no necesariamente han de ser peyorativos, y en muchos casos, una misma cualidad puede tener diferentes lecturas dependiendo de quién la posea. Por ejemplo, en el caso de los pueblos germánicos que he mencionado antes, la fuerza física se asocia al valor, a la virilidad y la destreza marcial. Mientras que, esa misma característica asociada a los pueblos de origen africano, implica violencia (incluso en sentido sexual), salvajismo y crueldad. Estos estereotipos son viejos, mucho más que las obras que se inspiran en ellos (por ejemplo, el estereotipo racial judío tiene origen medieval, ya que ellos eran los únicos por aquel entonces cuya religión les permitía ser prestamistas), además son conocidos, ergo son identificables. Y, lo más importante, son desiguales en connotaciones. Todas las culturas tienen un sombrero, pero no todos los sombreros pesan igual. No importa cuánto creamos en el estereotipo de que los ingleses son esnobs bebedores de té, que se creen mejores que los demás y no saben beber con moderación; eso no les va a costar la vida o el trabajo. En cambio, el estereotipo de que los judíos son usureros cuesta vidas; el estereotipo de que los musulmanes son fanáticos cuesta vidas, y el estereotipo de que las personas de piel negra son primitivas y violentas cuesta vidas.

4)      ¿Qué hacemos con todo esto?

En su artículo16 sobre el racismo presente en la obra de Tolkien, Dimitra Fimi arguye que, en El Señor de los Anillos, la Tierra Media es un lugar donde gente de diferentes razas y culturas han de unirse para vencer a un enemigo común y que escenas como la de Sam, reflexionando ante el cadáver de un enemigo sobre si de verdad era malvado o no, demuestran que la intención de Tolkien no era demonizar o deshumanizar al enemigo. Que esa clase de complejidades lo eximen de algún modo. Y, en parte puedo entenderlo y estar ciertamente de acuerdo en que hay valores de nobleza, amistad, compañerismo y de comunidad muy positivos dentro de la obra de Tolkien. Pero ese argumento tan sólo malinterpreta y subestima el problema.

Como he indicado con anterioridad, el problema no está solamente en cómo se emplea la lógica racial, sino en su mera existencia. Construir razas partiendo de la base ideológica racista perpetúa dicha ideología y la hace real dentro de su propio universo. Crear razas a partir de estereotipos raciales reales es dar verosimilitud en otro mundo a dicho estereotipo e, indirectamente, a los argumentos en contra de la gente a la que hace referencia. En este sentido, la intención que se le dé es irrelevante. Aunque los orcos fuesen redimibles, o incluso heroicos, su caracterización seguiría estando basada en un estereotipo racial muy dañino.

¿Quiere decir esto que deberíamos quemar nuestras copias de El Señor de los Anillos y condenar a Tolkien? No. Más que nada porque Tolkien lleva muerto casi cincuenta años y, a no ser que hagamos una ouija, no va a oír nuestras críticas. El Señor de los Anillos ya no va a cambiar y va a seguir siendo la gran obra fundacional de la literatura fantástica que, para bien y para mal, ha influido nuestra forma de hacer worldbuilding. Personalmente no soy partidaria del argumento de «quedarse sólo con lo bueno», porque es mirar para otro lado y no arreglar nada. Debemos quedarnos con lo bueno y a la vez aprender a identificar y señalar lo malo. El Señor de los Anillos es de mis obras favoritas, lo sigue siendo incluso después de tener que admitir para mí misma que es racista, más incluso de lo que pensaba en un principio. Pero sólo así podremos evitar lo que ya ha pasado, lo que está pasando actualmente: casi todo el mundo se inspira en Tolkien y los worldbuildings basados en la ideología racista campan a sus anchas en la literatura fantástica.

Bibliografía

1. Young, H. Race and Popular Fantasy Literature: habits of whiteness. s.l. : Routledge, 2016.

2. Straubhaar, S.B. Myth, Late Roman History, and Multiculturalism in Tolkien's Middle-Earth. [aut. libro] Chance J. Tolkien and the Invention of Myth: a reader. s.l. : University Press of Kentucky, 2004.

3. (PutoMikel), Herrán Subiñas M. Youtube. No eres un vikingo. [En línea] 09 de 12 de 2019. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://www.youtube.com/watch?v=iu6uDvwFbfQ.

4. R., Tolkien J. R. De la llegada de los Elfos y el cautiverio de Melkor. El Silmarillion. s.l. : Minotauro, 1984.

5. —. De Aulë y Yavanna. El Silmarillion. s.l. : Minotauro, 1989.

6. Ask Middle Earth. Tumblr. [En línea] 08-10 de 2014. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://askmiddlearth.tumblr.com/tagged/middle%20earth%20racism.

7. Brackmann, R. "Dwarves are Not Heroes": Antisemitism and the Dwarves in J.R.R. Tolkien's Writting. 3, Article 7, s.l. : Mythlore: A Journal of J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis, Charles Williams, and Mythopoeic Literature, 2010, Vol. 28.

8. Tolkien, J.R.R.: BBC, 1964. https://youtu.be/bzDtmMXJ1B4?t=636

9.Tolkien, J.R.R. The Fellowship of the Ring (p. 325). s.l. : Harper Collins Publishers, 2005.

10. Jemisin, N.K. From the Mailbag: The Umbereable Baggage of Orcing. [En línea] 13 de 02 de 2013. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://nkjemisin.com/2013/02/from-the-mailbag-the-unbearable-baggage-of-orcing/.

11. Tolkien, J.R.R. De una carta a Herbert Schiro, 17 de noviembre de 1957. [aut. libro] Carpenter. H y Tolkien C. Cartas de J.R.R Tolkien. s.l. : Minotauro, 17/11/1957.

12. Bennet, M. J. Culture is not like personality. [En línea] 7 de 10 de 2013. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://www.idrinstitute.org/2013/10/07/culture-not-like-personality/.

13. TV Tropes. Planet of Hats. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://tvtropes.org/pmwiki/pmwiki.php/Main/PlanetOfHats.

14. Lumen. Cultural Understandings of Personality. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://courses.lumenlearning.com/wsu-sandbox/chapter/cultural-understandings-of-personality/.

15. Jarrett, C. Each country may have its own unique traits, behaviours, and attitudes – but they rarely match the national stereotypes. [En línea] 13 de 04 de 2017. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] https://www.bbc.com/future/article/20170413-different-nationalities-really-have-different-personalities.

16. Fimi, D. When Tolkien depicted orcs in ‘Lord of the Rings’, was he being racist rather than imaginative? [En línea] 10 de 12 de 2018. [Citado el: 01 de 06 de 2021.] When Tolkien depicted orcs in ‘Lord of the Rings’, was he being racist rather than imaginative?.



[*] Tolkien desarrollaría más estos pueblos posteriormente en otros ensayos y hay instancias en las que se da a entender que son gentes variadas, con lenguas y tradiciones variadas. Sin embargo, esto no aparece en El Señor de los Anillos, por lo que queda fuera de consideración y, además, su condición de inferioridad respecto a las otras razas de hombre nunca desaparece del todo.

 

Comments

  1. Hola, que buen artículo, te felicito por la manera tan genial en la que trataste el tema. Estoy escribiendo varios artículo sobre temas relacionados con este, uno sobre la negritud y como es reflejada en la fantasía y ciencia ficción, y otro sobre vampiros y seres sobre naturales negros, sobre todo por un tweet que se hizo medio viral hace poco en twitter y encontrar este artículo ha sido una gran suerte y más cuando lo haz explicado, tendré qe seguir leyendo más tu blog porque me ha encantado esta publicación

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