Especial Halloween I


Nota: esto iba a ser una única entrada pero hoy me he descubierto a mí misma llegando a las dos mil palabras sin tener acabado ni la mitad de lo que quería hacer. Así que he decidido dividirla en dos, puede que tres entradas.

Hoy os voy a enseñar a matar.

Os he prometido un top five formas de causar extinciones masivas, pero por cuestiones que escapan a mi control, no he podido hacer un buen ejercicio de investigación al respecto, así que no daré muchos detalles pero, aun así, espero inspirar vuestro lado más sádico, morboso e hijoputesco con algunas buenas y terroríficas ideas.

Antes de entrar en materia quiero hacer un pequeño disclaimer: ¿Qué es una extinción masiva? Seguramente todos sabéis lo que son los fósiles. En la gran mayoría de las rocas sedimentarias del mundo hay toneladas de ellos. Los fósiles ayudan a los paleontólogos a entender qué fauna o flora habitaba un paleoecosistema y también a estudiar las relaciones filogenéticas entre ellas aún cuando no tengan ADN que analizar porque se haya deteriorado. ¿Cómo lo hacen? Pues atendiendo a los pequeños detalles y parametrizando muchos de ellos en cientos, miles y, si pueden, en cientos de miles de fósliles (un trabajo que a mí me suena a castigo divino, pero cada loco con su tema). Haciendo esto, un tipo llamado Georges Cuvier en el siglo XVIII (antes de que se conociese la teoría de la Evolución) se dio cuenta que los fósiles aparecían en el registro durante un tiempo y después desaparecían (es como cuando nace y se muere una persona y queda su nombre registrado en el censo, aunque en el caso geológico el censo es un enorme libro viejo al que le faltan muchas páginas). Y además había veces en que muchos de estos fósiles desaparecían misteriosamente… a la vez. Él propuso que la causa de todas estas desapariciones tendría que haber sido un cataclismo que habría causado la extinción de la especie (aunque él proponía que absolutamente todas las extinciones y no sólo las masivas eran causadas por catástrofes, por eso a su corriente se le llamó catastrofismo. Mi headcanon es que habría sido un fan del grimdark porque no hay nada más amoral que un buen meteorito).

Hoy sabemos que las extinciones son el pan de cada día de la biodiversidad. Las especies nacen, se adaptan, compiten con otras especies, dejan de estar adaptadas y se extinguen (this is a cruel world…). Sin embargo hay momentos en la vida en los que el mundo parece conspirar en su contra (de la vida, digo). Porque sí, las catástrofes existen y pueden dejar la habitabilidad del planeta entero pendiente de un hilo y a sus pobres habitantes cubriéndose de polvo para acabar llenando las estanterías de los paleontólogos. Muchas de estas extinciones masivas tienen directa o indirectamente que ver con cambios climáticos, pues son los que causan que un gran número de especies de repente dejen de estar bien adaptadas a su entorno y que la competición por la supervivencia se vuelva aún más feroz. Y, hablando claro, el clima es como la protagonista de la “Princesa y el guisante”. Lo pinchas un poco y enseguida se altera. Por poner algunos números, la concentración de CO2 en la atmósfera en la época preindustrial era del 0.02%. En cambio, en la época actual, dicha concentración es del 0.04%. ¡Nuestro clima se está calentando con un cambio en la composición global de un 0.02% en prácticamente un único gas! Y esto ya está teniendo consecuencias desastrosas a escala mundial. Aún es pronto para saber si la siguiente extinción masiva de la historia está en progreso (algunos dicen que sí, pero de momento no hay consenso), pero si tenemos en cuenta el pasado, digamos que la posibilidad es internamente consistente con el earthbuilding.

 Ha habido cinco grandes extinciones masivas en nuestra historia. La más gorda, la del Pérmico-Triásico, hace 252 M. a. barrió el 90% de las especies marinas y un 75% de las terrestres. A la hora de jugar a la supervivencia, no todas las especies tienen la misma ventaja. Algunas son más tiquismiquis en cuanto a su hábitat, su alimentación, comportamientos etc y esas son las primeras en caer. No importa lo bien adaptadas que estén a su entorno antes de la extinción, en cuanto este cambie, estarán completamente indefensas. Son las especies flexibles, que pueden adaptarse rápidamente a un cambio brusco en el ambiente, las que suelen salir airosas de la masacre. Por eso, por ejemplo, los superdepredadores carnívoros, (ej: Tyranosaurus rex) las suelen pasar putas y los omnívoros (ej: un solenodonte, mamífero) pueden adaptarse mejor. Lo de tener muchos bebés también ayuda, o una amplia distribución geográfica, o ser pequeños (los bichos grandes necesitan más comida y en épocas de escasez no suele suponer una ventaja). Y, bueno, ¿qué hay de nosotros? ¿Qué tal nos adaptaríamos a una extinción masiva? Bueno pues…depende. ¿Cuál es nuestro nivel tecnológico en el momento en que se produce? ¿Cuál es el nivel de nuestro conocimiento científico? ¿Podemos predecirla o atenuarla? Y en ese caso, ¿lo haremos? ¿o habrá algún motivo que lo impida? No sé, por ejemplo que no resulte económicamente rentable y los que mandan decidan que a la mierda todo con tal de no perder pasta. 

También hay que tener en cuenta que aquí hay un ente mucho más sensible que el clima y esa es la economía. Causar el fin de un imperio o civilización apenas supone un esfuerzo para el planeta. Suele bastar con unos cuantos años de malas cosechas. En cambio, hacer desaparecer más de un 50% de la vida del planeta cuesta un poco más trabajo, pero ya ha pasado cinco veces, así que rezad a vuestros dioses favoritos para que no nos toque.

1)     Pim, pam, toma meteorito.

Wikipedia (fuente original: NASA)
Oh, el clásico cañonazo galáctico. Una enorme bola de roca incandescente cruzando el cielo, incendiando todo lo que encuentra a su paso, impactando contra nuestro hogar, abriendo un boquete enorme con un estruendo suficiente como para provocar un terremoto tan intenso que se ríe de la escala Richter (de 1 a 10 sería un 13. No es broma). Pero tranquilos, cuando el fuego se apague llegará la calma, el silencio. Podréis mirar al cielo pero apenas lo reconoceréis. Todo se habrá vuelto gris de polvo y ceniza. Y entonces, llegará el frío. Las partículas eyectadas por el impacto reflejarán la luz del sol y la bloquearán. Gases como los óxidos de nitrógeno procedentes del impacto se condensarán en nubes de lluvia ácida. Las primeras en caer serán las plantas y con ellas sólo es cuestión que el resto de la cadena trófica las siga. El hambre será universal y sólo los más tenaces y mejor adaptados (es decir, las ratas, las cucarachas y poco más) podrán sobrevivir. No obstante, después del largo invierno puede llegar un buen verano. Si los incendios causados por el meteorito son lo suficientemente extensos, el aumento de gases invernadero podría causar un calentamiento del planeta en la etapa tardía post-impacto. Este efecto sería más notorio una vez las cenizas se hayan depositado durante los meses o años posteriores al impacto.

Pero… ¿y si el meteorito impacta en el mar? No habrá fuegos, no habrá ceniza. ¿Sobreviviríamos? Bueno… ¿qué pasa cuando metes un carbón ardiendo en un cubo de agua? Exacto, sale vapor. Ahora imaginad cuánto vapor produciría un trozo de roca candente de 10 km de diámetro. Mucho, ¿verdad? Pues para colmo el vapor de agua es un potente gas invernadero. Veis adónde quiero llegar, ¿no? Ah, y además vendría con un Tsunami de 1 a 3 kms de altura de regalo. Maravilloso.

Como último punto, creo que merece la pena mencionar el Gran Bombardeo del período Hádico que ya mencioné en una entrada anterior y que causó la total evaporación de los primitivos océanos de la Tierra. Si queréis una aniquilación total, yo voto por esto.

2)     Draco dormiens nunquam titillandus

Esquema de la caldera de Yellowstone y su cámara magmática
(Wikipedia)
Imagina que te despiertas un día a la sombra de una gran montaña y descubres que está empezando a echar humo. Tal vez también sientas pequeños temblores y descubras que del pozo de al lado de tu casa de repente sale agua con un extraño sabor a sales y un nauseabundo olor a huevos podridos. Más vale que corras, porque se está cociendo una (más o menos) inminente erupción volcánica. Erupciones hay de muchos tipos, todas preciosas, pero no todas igual de letales. Algún día hablaré de la maravillosa bomba de relojería que es Yellowstone, un supervolcán con una caldera de 55 x 72 km que no tiene importantes conos volcánicos como el Vesubio o el Etna porque cada vez que entra en erupción, lo cual ocurre periódicamente cada varios cientos de miles de años, explota eyectando inmensas cantidades de ceniza a la atmósfera (más de 6.000 veces más que la erupción del Monte Sta. Elena de la que ya he hablado anteriormente). Si la erupción de un volcán explosivo normalito, como el Tambora en 1816, causó lo que conocemos como “el año sin verano”, podéis haceros a la idea de lo que la erupción de un supervolcán como Yellowstone podría hacer a quienes tengan el honor de presenciarla (de lejos, porque los que estén cerca no lo van a contar). Podría ser parecido al impacto de un meteorito, pero con una diferencia clave: los gases.

En las erupciones volcánicas hay dos factores muy importantes que pueden afectar al clima: los gases invernadero: vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) y azufre (SOx), y las cenizas.

Las cenizas bloquean la luz del sol, especialmente la luz visible haciendo que llegue menos radiación a la superficie terrestre y por lo tanto menos calor. Esto tiene un efecto devastador, primero en las plantas, ya que impide que puedan realizar la fotosíntesis y luego en el resto de la cadena trófica. Tampoco ayuda el hecho de que tanto el SOx como el NOx puedan causar lluvia ácida. Además las disminución de las temperaturas favorecería la acumulación de hielo y nieve en los polos, aumentando el albedo (el blanco refleja más luz solar) y favoreciendo un progresivo enfriamiento. El mundo entero podría entrar en una época glacial… pero no es tan sencillo.

Hablemos ahora de los gases de efecto invernadero. Espero de verdad que todo el que lea esto haya hecho los deberes y sepa al menos que determinados gases en la atmósfera, como el CO2,  pero también todos los demás que he mencionado antes, pueden causar un aumento de la temperatura global al impedir que la radiación, tanto la procedente del Sol, como la que emana la propia Tierra, escape de la atmósfera. Los volcanes son auténticas máquinas de producción de gases invernadero, ya no digamos los supervolcanes. Pero, entonces, ¿qué hacemos? ¿calentamos o enfriamos?

Como he dicho antes, no es tan sencillo, las erupciones volcánicas han sido asociadas tanto a glaciaciones como a épocas de calentamiento máximo en la que no había casquetes polares. Pero espero poder arrojar un poco de luz en este asunto. Hay dos cosas que aún no he mencionado: la primera que en muchas ocasiones las épocas de máximos o mínimos térmicos no tienen únicamente una causa. Hay muchos procesos que contribuyen y retroalimentan que el clima cambie de determinada manera y puede que una erupción explosiva gigante no sea la principal causa, pero sí puede ser quien apriete el gatillo. El segundo aspecto que quiero mencionar es el tiempo. El tiempo es muy importante. Las cenizas pueden permanecer en la atmósfera durante meses o años. En cambio, los gases invernadero permanecerán en la atmósfera durante decenas, cientos de miles o incluso millones de años. Así que, aunque el efecto de las primeras es mucho más inmediato, finalmente serán ellos los que tendrán una impronta más fuerte y prolongada.

Extensión de las coladas basálticas de Siberia
  (Wikipedia)
Con esto, mi consejo personal es: si queréis causar una glaciación provocad una única erupción, o unas pocas, pero muy intensas y explosivas y además combinadla con otro factor que enfríe el clima (ej: una época de baja actividad solar). Así el ratio de cenizas vs gases invernadero será más elevado y contribuirá más hacia el enfriamiento. En cambio, si lo que queréis es calentar, provocad un aumento en las erupciones (no necesariamente tienen por qué ser explosivas) durante un tiempo prolongado de miles a cientos de miles de años. Tened en cuenta que, a pesar del enfriamiento causado por las cenizas, estas no pueden eliminar el efecto invernadero, sólo retrasar el calentamiento. Si los volcanes están activos durante mucho tiempo, el calentamiento es inevitable (sé que estáis pensando en Mistborn y sí, lo siento, el worldbuilding de esta saga tiene serios problemas. Tengo un hilo en twitter más extenso al respecto; podéis consultarlo aquí). Como ejemplo, una de las causas de la extinción Pérmica fueron las gigantescas y continuas erupciones de basaltos en Siberia.

Por último quiero destacar que, realmente no hace falta hacer “nada” para causar estas erupciones. Estas simplemente ocurren. El interior terrestre es una máquina en continuo funcionamiento y la actividad volcánica aumenta y disminuye periódicamente a medida que los flujos de convección en el manto van cambiando.


Hasta aquí la primera parte. Espero que os haya gustado.


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