El problema de las lunas


La primera vez que leí un libro de fantasía con un sistema planetario completamente distinto al nuestro fue cuando en mi tierna adolescencia cayó en mis manos Memorias de Idhún de Laura Gallego. Idhún es un planeta que orbita a tres soles y es orbitado por tres lunas. Y sí, un análisis un poco cuidadoso mandaría todo el earthbuilding al traste, sobre todo por los soles. Pero en el caso de las lunas, de su mera existencia... tengo que reconocer que no está del todo mal, ¿o sí?

La respuesta corta es "no". La larga es "no, pero".

Vamos con los "peros".

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Nuestra Luna es rara


La Luna vs Phobos y Deimos (NASA)
Ya he hablado de la formación de la Luna en mi episodio sobre el Hádico, así que, por favor, echadle un ojo antes de seguir. Hablemos ahora de las consecuencias que tuvo el Gran Impacto. Theia, la gemela pequeña de nuestra Tierra, dejó a nuestro planeta como una peonza recién lanzada. En ese tiempo el día duraba apenas 6 horas, es decir, ese es el tiempo que tardaba la Tierra en dar una rotación sobre su eje. Pero gracias nuestra joven Luna, formada a partir de los fragmentos de Tierra y de Theia eyectados al Espacio, el período de rotación se fue ralentizando poco a poco, hasta alcanzar las 24 horas de las que disfrutamos hoy. Esto ocurrió gracias al tirón gravitatorio de la Luna y aquí está el quid de la cuestión: la Luna es muy grande. Si la comparamos con Phobos y Deimos, los satélites de Marte, podemos comprobar la diferencia de tamaño. Esto es debido a su origen versus el origen de los satélites marcianos: ambos son asteroides "atrapados" por el planeta rojo. 

Los días eternos


Existen asteroides de gran tamaño, algunos han alcanzado la categoría de "planetas enanos", que podrían quedar ellos atrapados en la órbita de un planeta como la Tierra, pero eso tiene consecuencias. Una única luna "grande" ralentizó la rotación de la Tierra hasta las 24 horas. Si añadimos más lunas de gran tamaño, los días empezarán a alargarse cada vez más. No se llegará a la situación de tener días o noches eternas, pero sí muy largas. Una situación en la que un año dure menos que un día es perfectamente posible; es lo que pasa en Venus. Y si leísteis mi entrada sobre el Hádico sabréis que a nuestro campo magnético le beneficia que el día sea corto. 

Un planeta con tres lunas tan cerca de él, tendría que tener días muchísimo más largos de los que se muestran en la novela, pero hay una forma de minimizar el problema: que las lunas estén más lejos. A mayor distancia, menor tirón gravitatorio, pero al alejarlas empezarán a tener rotación propia, no como nuestra Luna, que siempre nos da la misma cara. Sin embargo tener lunas rotando abre la puerta a otras posibilidades. La gente vería cada noche una superficie lunar distinta y, quién sabe, hasta podría haber hasta calendarios inspirados en la posición de los distintos cráteres o mares de la luna en rotación. Nuestros calendarios lunares, tal y como los conocemos, quedarían obsoletos si hubiese más de una luna. Puede que en distintos lugares del mundo hubiésemos establecido calendarios basados en una luna distinta, o en el movimiento de varias de ellas a la vez; un quebradero de cabeza para cualquier astrónomo, pero algo muy interesante que se podría explorar perfectamente en un mundo ficticio.

Las noches luminosas

Buscando información para esta entrada, leí un post en Researchgate de una doctora que decía que una de las teorías que se barajaban del motivo por el que las mujeres humanas menstruábamos de forma sincrónica al ciclo lunar podría ser que, durante el paleolítico, las parejas aprovechasen para tener relaciones en las noches de luna nueva, cuando estaba demasiado oscuro para ir a cazar. En cambio, durante la luna llena, había mucha más visibilidad, era más seguro y tenían mucha más probabilidades de éxito. Ese sería el momento idóneo para que las mujeres menstruasen. 

Desconozco por completo cuán acertada es esta teoría, pero me sirve perfectamente para ilustrar lo importantes que son los ciclos lunares para los seres vivos. Al igual que los ritmos circadianos, que se rigen por las horas de luz y oscuridad del día, los ciclos lunares regulan otros mecanismos biológicos, por ejemplo de reproducción o de orientación. 

Las lunas actúan como espejos que reflejan la luz del Sol hacia la Tierra durante la noche. Si hay más de una, más luz nocturna habrá. Las implicaciones de esto son difíciles de calcular (no soy bióloga, así que mucho no puedo ayudar aquí), pero me parece algo a lo que se podría sacar muchísimo jugo. Es posible que hubiese muchísima más vida adaptada a la nocturnidad que en nuestro propio mundo, por ejemplo, en lugares desérticos, donde las temperaturas son muy altas durante el día. 

Las playas, con marea baja

El mar es muy eficiente erosionando, muchísimo. No hay acantilado que se le resista y si las playas aguantan cuando la marea está alta es porque, o bien están a resguardo de las corrientes, o bien la tasa de sedimentación supera a la de erosión (por ejemplo en las desembocaduras de los ríos). El mar penetra más en las costas durante la marea alta y se retira durante la baja. En nuestro mundo, las mayores mareas se registran en la Bahía de Fundy, Canadá, con alturas de más de 12 metros, pero en un mundo con una segunda luna, el efecto sería más extremo, pudiendo llegar a varios cientos de metros o, en algunas situaciones, a no haber marea en absoluto porque la atracción de una de las lunas compensa la de la otra. Así que la gente que quiera ir a la playa, tendrá que llevarse una tabla de mareas consigo, aunque con más de una luna podría volverse bastante más complicada de calcular.
Imagen relacionada
Marisma de Doñana (J.M. Reyero para El Correo)
Curiosamente, en Memorias de Idhún, sí se explora el efecto de las fuertes mareas, e incluso los barcos están diseñados de una forma especial. El problema es que las ha subestimado por completo. Las zonas situadas en la línea de costa serían prácticamente inhabitables y en el mapa podemos ver algunas ciudades importantes como Puerto Esmeralda o la Torre de Kazlunn, directamente situadas sobre los acantilados. Y voy a dejaros aquí un link a un vídeo muy explicativo de por qué eso es una mala idea. Pero hay algo  que tengo que reconocer que me gusta ver en ese mapa, aparte de los acantilados, y son las marismas de Raden. Cuando el mar inunda un área de costa se forma una marisma, un pantano de aguas salobres. En un mundo con mareas tan fuertes las marismas tendrían que estar por todas partes y penetrar bien tierra adentro, especialmente en las desembocaduras de los ríos. Estos pantanos son ricos en biodiversidad y son zonas muy fértiles, pero los cultivos deben estar adaptados al agua salobre. El más característico de este tipo de ecosistemas es el arroz.

En conclusión, Idhún no tiene ni días largos, ni noches luminosas y existen varios fallos evidentes en la geografía del continente en relación a cómo le afectan las mareas. Entonces, ¿por qué digo que no está tan mal? La respuesta puede que os resulte un poco rara pero, esos fallos no me molestan tanto porque no afectan en absoluto a la historia. Y si, me encanta cuando un escritor se ha informado a fondo y sabe incluir elementos geológicos o planetarios en su worldbuilding, o más bien diría que me ENCANTARÍA porque... nadie lo hace (o casi nadie, por favor, habladme de gente que lo haga, I need it).

Si recuerdo bien, tanto las lunas como los soles en Idhún eran como una representación de sus dioses, un elemento místico y cuando se hacían relevantes (a parte de la vez que Jack casi se muere por acercarse demasiado al acantilado, ¡oh qué pena!) era por algún motívo mágico, ya sea por la conjunción astral o por el triple plenilunio. Sí, hubiese sido mucho mejor que hubiese hecho un poco de investigación para incluir las consecuencias de tener tres soles y tres lunas en su worldbuilding, pero como no afecta significativamente a la historia, me es mucho más facil pasarlos por alto. De hecho, estos no son los peores fallos de ese mapa (esa cordillera ortogonal me va a hacer llorar sangre), que por otro lado fue hecho por deidades y yo siempre me tomo una tacita de suspensión de la incredulidad de más cuando juzgo mapas de mundos hechos por deidades.

Otros mundos fantásticos, como Thra de "Cristal Oscuro", también tienen sistemas de varios soles y lunas y, al igual que en Idhún, funciona porque son meros elementos estéticos. Aunque yo cuando vi la serie me puse a elucubrar cómo podría ser geológicamente el planeta de Thra, no me cuestionaba que ese mundo estuviese bien o mal construido porque la historia iba por otros derroteros. El problema surge cuando alguien intenta explicar por qué su mundo funciona como funciona sin haber hecho una buena investigación al respecto, cuando quiere meter estos elementos como algo estético pero tratando de explicarlos para darle una capa de "cientificismo". Esto es, en mi humilde opinión, una mala idea porque corres el riesgo de sacar al lector que sepa de lo que estás hablando completamente de la narración. Incluso habiendo hecho un buen ejercicio de investigación, cuantos más detalles das, más errores puedes cometer. Por eso siempre es mejor mostrar que explicar, ya se encargará el lector de rellenar los huecos.


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