Construyendo un mundo I

 En el principio había Caos

La Tierra nació un día como hoy hace 4.600 millones de años, más o menos. Ya había pasado bastante tiempo desde el Big Bang (unos 9.100 M.a.) y las galaxias habían evolucionado y se habían enriquecido con elementos pesados: hierro, silicio, aluminio, carbono, nitrógeno, oxígeno... Todos ellos suponen sólo un 2% de la materia total del Universo y no se encuentran en cualquier lugar, no, se encuentran sobre todo en las nebulosas estelares, que son, para entendernos, el cadáver desintegrado de una estrella que ha fenecido en una cataclísmica explosión conocida como supernova. 

Según la teoría de la nucleosíntesis, durante sus últimos estertores se forman los elementos más pesados, concretamente hasta el uranio, y después son eyectados al espacio. Es entonces cuando ocurre la magia el colapso gravitatorio de estas nubes de gas y polvo estelar formando una protoestrella, es decir, una gigantesca esfera de gas muy caliente, que acaparará la mayor parte de la masa de la nébula. En torno a ella orbita un disco protoplanetario, el embrión del nuevo Sistema Solar.

Una protoestrella crece alimentándose del gas del disco circundante (NASA/Calltech Institute)
A medida que el disco gira, las pequeñas partículas de gas y polvo van chocando entre sí y poco a poco se van uniendo para formar otras más grandes. A medida que pasa el tiempo los objetos más grandes van actuando como aspiradoras, "engordando" hasta formar fragmentos de roca del tamaño de asteroides llamados planetesimales, que a su vez irán acrecionando hasta formar planetas (bueno, a veces las cosas no salen tan bien y en lugar de juntarse, se destruyen entre sí. Qué se le va a hacer, nature is complicated). Debido a que estos planetesimales son atraídos entre sí por la gravedad hacia un único centro de masas con la misma fuerza desde todas las direcciones, tienden a formar una esfera, que es la única forma geométrica en la que la velocidad provocada por la aceleración de la gravedad es igual en todos los puntos de su superficie. Y por esto, queridos míos, LA TIERRA NO ES PLANA.

Disco protoplanetario
(Lars Buchhave/Univ. de Copenhague)
No sólo no puede ser plana, no puede ser otra cosa que no sea una esfera, excepto...tal vez... ¿un donut? Técnicamente hay otra forma geométrica que cumple este requisito: el toroide. Sin embargo, un planeta con esta forma es muy poco probable que se forme por los medios que he descrito sin que acabe colapsando en una esfera y además tendría asociados otros problemas que lo convertirían en un infierno terrenal. Pero oye, cosas más raras se han visto en la ciencia-ficción. Yo ahí lo dejo...

Mientras tiene lugar este proceso de acreción planetesimal, el disco se va enfriando poco a poco. No se sabe con exactitud cuánto duró el período de acreción, se supone que entre unos cuantos cientos de miles a hasta 100 millones de años (precisión, divino tesoro), siendo los planetas más externos los que más tiempo tardaron en formarse. Y entonces, apenas un millón de años después del enfriamiento del disco, el Sol se tiró un pedo. Y no, no fue ni un pedo ninja ni un pedete de princesa, fue un pedo en toda regla y con nombre propio: el Viento Solar T-Tauri. El Sol expulsó aproximadamente el 40% del gas que conformaba su masa y barrió prácticamente todos los restos de gas que quedaban en el Sistema Solar. ¿Todo? ¡No! Quedaba el gas que pudieron atrapar los planetas gracias a su propia gravedad y que conformarían sus propias atmósferas. La causa de esta monumental desgasificación fue el nacimiento de la estrella. El Sol alcanzó la masa y la temperatura suficientes para comenzar a fusionar hidrógeno en su núcleo y este comenzó a girar más rápido que las capas exteriores, generando un intenso flujo de gas hacia el exterior. Nuestro Sol sigue produciendo flatulencias vientos solares de vez en cuando, aunque no de gases, sino de plasma, es decir, partículas cargadas como protones, electrones y partículas alfa (recordad esto porque cuando hable de habitabilidad planetaria será importante), y entre sus muchas virtudes, está el ser responsable las auroras boreales.

El Hádico: Comienza la historia

El Hádico (Tim Bertelink)

Océanos de lava, lagos de azufre fundido, tormentas eléctricas, lluvias de meteorito diarias y una "Luna" grande y roja acercándose inexorablemente. ¿Mustafar? ¡No! Así fue nuestra Tierra durante 600 millones de años (4.600-4.000M.a.). Un auténtico infierno, por eso se le llamó Hádico, en homenaje a Hades, señor griego del Inframundo, lo cual demuestra una vez más que a los geólogos se nos da genial poner nombres, pero las clases de mitología griega nos las hemos saltado.

A pesar de que sabemos muy poco de esta época debido a la escasez de registro geológico, se sabe que por aquel entonces tuvieron lugar dos acontecimientos muy importantes: la formación de la Luna y la estratificación del planeta en corteza, manto y núcleo. El cómo y el por qué esto es muy importante lo explicaré en el próximo capítulo.

La Geoloca

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